La
visión
Sobre un fondo negro se oye una voz en off que recita el comienzo del
poema de Byron: Oscuridad. El poema es una visión apocalíptica
inspirado en el extraño verano de 1816, el año sin verano, conocido
así porque el estallido del Tambora produjo graves cambios
climáticos entre ellos un extraño verano en el que el sol no brilló
como solía y se echaron a perder las cosechas.
Villa Diodati
La visión más constante en la película es la de Mary y su
monstruo. El monstruo está inspirado en aquel que ella misma creara
en su famosa novela El monstruo de Frankenstein o el nuevo prometeo.
El origen de la novela se fraguó precisamente en 1816 en la reunión
que tuvo lugar en villa Diodati, en el lago Ginebra, en Suiza y en la
que se centra la película. Reunidos en la villa que Byron tenía
alquilada allí, los escritores Byron, Polidori, Shelley y Mary,
proponen para entretener las largas noches de aquel extraño verano
en escribir una novela que produzca horror. Sólo dos de ellos,
Polidori (El vampiro) y Mary (El monstruo de Frankenstein))
escribieron las novelas.
El monstruo sacado de la novela de Mary poco tiene que ver con la
novela puesto que ésta desarrolla un argumento diferente, aunque son
muchos los puntos en común que tiene y, más que con la novela, se
relaciona con la biografía de los escritores románticos,
principalmente con la de Mary. Ella sabe que ha dado vida a un
monstruo desde el mismo momento en que nació (ver escena en la que
se lo cuenta a Byron a orillas de la playa) y mató a su propia
madre. Se refiere de forma trágica a la muerte de su madre en el
parto. Esa es la idea que inspira la película.
Frankenstein o el nuevo Prometeo.
Comienza, precisamente, por ello, en las regiones polares (también
comienza así la novela: cuando el doctor Frankenstein busca a su
criatura en el Polo. Hasta allí lo ha llevado su persecución o
hasta allí lo ha llevado para ocultarlo a los hombres o alejarlo de
los hombres. El capitán que lo rescata es el que contará la
historia a su hermana después de oírsela al doctor). Mary también
surca las frías aguas en un barco donde escribe sus memorias,
concretamente, las referidas a esa reunión de villa Diodati. Se
identifica con Frankenstein, el doctor de su novela, aquel que dio
vida a su novela. El barco vuelve a su lugar de origen y una voz en
off nos introduce en el largo flash back en el que se enmarca la
película. ¿Qué ha ido a buscar al Polo? ¿También como
Frankenstein ha ido a buscar a su monstruo a estas regiones polares¿
¿Ha ido a buscarlo? ¿Ha ido a enterrarlo? Parece que, como el
doctor, ha ido a ahuyentar su pesadilla. Y, como el doctor
Frankenstein, recuerda y cuenta el origen de su tragedia. El monstruo
toma vida en la región polar, se le ve alentar sobre una larga mesa
sobre la que descansa, cubierto por un sudario (recuerda la pintura
de la muerte de Byron, véase en la presentación).
El monstruo, tomando vida en las regiones polares, ronda Villa
Diodati. Todavía no ha aparecido, pero se percibe su proximidad, en
el lago. Shelley construye un barco de papel, clara anticipación del
que construirá de verdad y con el que encontrará la muerte. Shelley
y Polidori salen a navegar y la cámara, desde la orilla, como si
alguien los mirara, centra la escena en un barco sobre el agua. De
hecho surge el tema del agua y de la navegación que tanta
importancia tendrá en la película y que anticipa dos ahogamientos:
el del hijo de Shelley y el del mismo Shelley. Shelley no sabe nadar.
El monstruo ronda la villa de una manera amenazante. La tormenta se
acerca. El perro muerde a Polidori. La tragedia comienza a gestarse.
El primero que muere, envenenado por Polidori, es el perro. Byron,
sabiendo que ha sido Polidori el causante de su muerte, le regala el
collar, con el que se suicidará la noche en que Byron y Shelley
visitan el castillo de Chillon y la tempestad se desata. El monstruo
se levanta de las regiones polares para acudir al jardín desde
donde, progresivamente, se acerca a la casa y, abriendo la ventana,
accede al salón, en el que Polidori juega solo al billar. Invita a
monstruo y termina ganando la partida.
Es un homenaje, claramente, al El séptimo sello, la diferencia está
en que el personaje juega una partida de ajedrez con la muerte.
Cualquier partida jugada contra la muerte, termina ésta por vencer,
de manera que Polidori, completamente borracho, se ahorca. Polidori:
"He perdido la partida".
La tormenta también se cierne sobre Byron y Shelley que están a
punto de perecer en el mar.
Las secuencias alternas ponen en relación al monstruo con la
creación literaria y con el destino trágico de los persanajes.
Ocho años después, antes de iniciar un nuevo viaje, el monstruo se
aparecerá a William, el hijo de Mary y Shelley emplazándolo.
Volverán a verse en Venecia. El monstruo los persigue allí donde
van. Efectivamente, a su llegada a Venecia, William muere
persiguiendo un barco, que antes de acostarse han botado en el
estanque Byron, Allegra y él.
Aparece, de nuevo, en Inglaterra, a William, a orillas del lago
emplazándolo para Venecia. Luego en Venecia cuando muere William
ahogado.
En Villamagni también aparece asociado a la muerte de Shelley y al
barco que está proyectando construir con Eduard William.
En la visita que más tarde hará Shelley al colegio en el que se
encuentra Allegra.
Imaginación y vida se confunden…
El tema fundamental de la película se formula ahora en boca de Mary:
"Imaginación y vida se confunden como aguas del mismo lago".
Es el tema de la película, magníficamente ilustrado, y el tema
fundamental del Romanticismo. En una de las veladas se discute
ampliamente. Los Románticos querían hacer vida de la literatura y
literatura de la vida.
Cuando Shelley amenaza a Godwin con suicidarse, éste recita unos
versos de Shelley donde se alude a la belleza de la muerte y del
sueño. Shelley cree que se mofa de sus poemas pero de lo que se ríe
Godwin es de la confusión que reina en la mente del poeta. "Sólo
son poemas". Godwin, a diferencia, de Shelley sí diferencia
entre poesía y vida. Shelley, sin embargo, hace de vida y de poesía
un todo. La vida es una prolongación de la poesía.
En la segunda velada de Villa Diodati Lord Byron lanza una idea:
¿Sabéis cuál sería el mejor poema? El poema que diera vida a la
materia por la fuerza de la imaginación." Parece que estuviera
hablando de Mary y su monstruo, ése que está tomando forma en su
novela, pero también el que toma vida, hasta el extremo de que no
sólo Mary lo ve sino también el resto de los personajes: Polidori,
Shelley.
En aquellas veladas de Villa Diodati fueron objeto de atención los
nuevos descubrimientos científicos, Darwin y también otros
científicos que habían declarado dar vida a pequeños seres,
aplicando la electricidad. De esta idea se sirve Mary para su
Frankenstein: un doctor que pretende devolver vida a la materia.
Polidori pone la nota pesimista: La imaginación sólo consigue crear
cosas que nacen muertas aunque a veces puedan resultar muy bella y la
ciencia tan sólo descubre nuevas formas de matar."
La literatura parece ser la única forma de vida para estos
personajes desdichados. Es por eso que, en la tercera velada,
Polidori propone que lean historias de terror: "La ficción es
la mejor vacuna contra la realidad." A lo que Byron añade que
en vez de leerlas podían escribirlas para descubrir que "la
realidad es siempre más terrible". Por ejemplo el horror que
simboliza Chillon, castillo que visitarán al día siguiente.
El monstruo aparece por primera vez en Villa Diodati, se relaciona
claramente con la creación literaria romántica. Es de noche y Mary
escribe en su habitación: "Mi imaginación me había llevado
más allá de los límites de la fantasía". El monstruo se
levanta y su rostro se sobreimpresiona sobre el de Mary: "Las
facciones que yo había creado me empezaron a parecer bellas.
¡Bellas, santo cielo!"
Pero Mary ve al monstruo ocho años después, la noche de su boda. El
monstruo repite las palabras de Shelley: "Tu respiración en mi
respiración…" y también las de Polidori la noche de su
muerte: "No es bueno dejar al perro fuera de casa." El
monstruo parece identificarse con todos y cada uno de ellos, aparte
de con Mary, y con su destino trágico. Mary: "Todo es muy
extraño. He estado pensando. Primero Polidori, después mi hermana
Fanny, tu mujer: todos muertos y he pesnado que es como una
maldición, como si todas esas muertes fueran notas de una misma
sinfonía, frases de un mismo relato… a veces pienso que he dado
vida a un influjo nefasto, a una criatura capaz de actuar más allá
de las páginas de mi libro." Shelley responde: "Sus
monstruos los mataron y no el tuyo". Efectivamente, los
horrores que cada uno lleva en su interior.
Pero todos comparten el mismo destino. Todos participan del mismo
espíritu. Las olas baten sobre Villamagni. Rompen los cristales. El
agua o el viento ha traído un barco de papel, que momentos antes
hacía la criatura (de la misma manera que lo hiciera Shelley).
Shelley confiesa a Mary haber visto a su critura: "Cuando fui al
convento vi a tu criatura tal y como tú habían descrito. Ahora ya
lo ves, tus pesadillas son también mis pesadillas. Me miró con
odio, pero quiero creer que su odio no es tu odio…" Es, en
este momento, cuando Mary habla del significado de su criatura: "Es
como si mi imaginara cosas contra mi voluntad, y él se encargara de
llevar a cabo mis más oscuros presagios. Quiero impedirlo pero no
puedo. Mis pensamientos no me pertenecen y no consigo quietarme de la
cabeza la idea de que también nuestro hijo William ha muerto por mi
culpa. Ayúdame. He despertado a la serpiente dormida…. Ayúdame.
Tenemos que destruirle o él nos destruirá."
Es el momento cumbre en que el monstruo, identificado con el destino,
ha saltado de las páginas del libro para hacer de las vidas de estos
personajes una novela gótica.
Mary ve una niña, Allegra, a la orilla del mar. Ha adivinado la
muerte de Allegra y le intenta, esta vez, comunicar lo que le pasa a
Byron.
Byron.- Tu dolor es tan inútil como mis palabras.
Mary.- Lo sabía. Ha sido él… Contra las leyes de la naturaleza di
vida a esa naturaleza. Es fruto de mi pretensión y orgullo…
Byron.- La epidemia que precisamente mató a Allegra no fue la
literaatura…
Mary.- Ese monstruo está dentro de mí…Convence a Shelle de que no
salga a navegar. Vi su cadáver devorado por los peces. Y a ti
también te vi yaciendo en un cuarto de paredes blancas. Todo viene
de mí…desde el mismo momento que maté a mi madre, mucho antes de
que él despertar.
Byron.- Si has tenido poder para escribir nuestro destino, ten ahora
fuerza para aceptarlo.
Una voz en off confirma las visiones de Mary. Se nos muestra el
entierro de Shelley y al monstruo que emplaza a Byron en Grecia. El
barco, del comienzo de la película, vuelve a casa, de manera que
acaba por el final.
La casa de Godwin
El flash back nos lleva a Inglaterra, a casa de los Godwin. William
Godwin es el padre de Mary, escritor inglés, ensayista y filósofo,
defensor de la anarquía en sus escritos (veáse la presentación).
Aparece como un individuo muy pagado de sí mismo, vanidoso y cínico.
Shelley le anuncia el deseo de vivir con su hija Mary (de su primera
esposa, también escritora feminista famosa, Mary Welltonecralt).
Godwin se niega a ello porque Shelley está casado y tiene ya un
hijo.
Surge pues uno de los temas fundamentales del Romanticismo.
El día de la boda con Mary, ocho años después, vuelve a recibir un
cheque de Shelley y el librero Straford pide a las hijas el dinero de
las deudas del padre.
La libertad y la rebeldía del romántico frente a las
convenciones sociales.
Son todos ellos burgueses, se ha educado en las convenciones
burguesas, pero abominan de ellas. Shelley no espera encontrar
oposición en Godwin porque considera, por sus ideas, que no es
esclavo de las apariencias. Sin embargo, Godwin se opone. "Un
hombre como usted cuyas vida y obra son un exponente contra las
hipócritas convenciones de la sociedad inglesa no esperaba que
encontrara indigno mi proceder." No sólo rechaza las
pretensiones de Shelley sino que acepta un cheque de éste por un
alto valor.
Las palabras y los gestos de Shelley lo definen como poeta romántico.
La visita al castillo de Chillon convertido en símbolo de prisión.
Homenaje en la frontera a los escritores prohibidos: Voltaire,
Rouseau, Godwin, Byron. Calderón les salva.
La hipocresía de la sociedad aparece representada por el obispo
veneciano que aparece espléndidamente vestido navegado en una lujosa
góndola por los más suntuosos palacios venecianos en busca de un
Lord Byron depravado que debe comprar el silencio de un marido para
evitar el escándalo. Un marido que no importa que su mujer se venda
si a cambio recibe un interés.
La rebeldía conlleva un precio, la marginalidad, el desarraigo, la
melancolía. Byron que la practica, sin embargo, no la quiere para su
hija. Los principios del romanticismo no conllevan la felicidad sino
la desdicha. Cuando muere William, Byron, que se hace cargo de la
educación de Allegra, expresa su deseo: "Quiero que Allegra
tenga una educación católica. Los niños deben saber en qué mundo
viven, deben conocer las reglas del juego. Quiero que le enseñer a
creer en Dios para que no decida morirse demasiado pronto, como
William". De hecho unas monjas vienen a recogerla para llevarla
a un convento, con el expreso deseo de Byron de que aprenda a nadar.
De nada va a servirle, Allegra muere de una epidemia de Cólera. Todo
cuanto pueda interponer el hombre entre él y su destino es vano.
Otro monstruo contra el que tenían que luchar, debido al carácter
escandaloso de sus escritos, es la crítica. Mary se siente dolida
por los comentarios que hacen de su Frankenstein al que los críticos
califican de "obra absurda y desagradable". Se refieren a
Keats y cómo la crítica lo destruyó. Más adelante, cuando Hans,
el crítico, visita a Shelley en Villamagni, habla de las graves
consecuencias que tendría para su periódico la publicación del
poema La máscara de la anarquía".
Shelley hace una defensa de la libertad del individuo en contra de
los críticos, de los que abomina y erradicaría de la faz de la
tierra: "Cada hombre -dice- pensaría por sí mismo y
recuperaría su dignidad."
Shelley, aprovechando, un pasea con la mujer de Eduard William, hace
una apología de la libertad. El sombrero que lleva sale volando:
"Quiere ser libre. Dejémosle libre". La prenda de vestir
se convierte en símbolo de las convenciones: "Ningún hombre
sabio debería usar sombrero; tampoco tener hijos". Reta el
peligro cuando el sombrero cae por un precipicio y baja hasta
buscarlo. Más adelante, se sumerge en el agua, ante la mirada de la
esposa de Eduard, justo antes de declararle que no sabe nadar. Ella
se obliga a socorrerlo y, tal como está, completamente desnudo,
aparece en el comedor de Villamagni, donde el crítico y su esposa le
esperan en compañía del resto de los hasta ahora reunidos allí.
Reta el peligro y las convenciones.
El sexo también es una forma de rebeldía. En Villamagni, cuando
Clara se dirige a Mary para que ésta persuada a Shelley para ir a
visitar a Allegra, porque Byron se lo impide, Mary se encara con ella
porque cree que está liada con Shelley y no sólo ella sino que
también con una de las criadas de los Williams, posiblemente
embarazada de él. Es el momento en que Mary rechaza a Shelley,
angustiada como está por la muerte de su hijo: "Tus caricias me
dan frío. No quiero volver a traer al mundo un ser destinado a
morir. No tenemos hijos, tenemos muerte".
En Villamagni, disparando a la moneda, una vez que Lord Byron ha
llegado, se muestran, por primera vez preocupados de la situación
política presente. Hablan de las revueltas de América por
independizarse de España, concretamente, Simón Bolívar, y de Riego
y su toma del poder. Cuando Byron habla de su viaje a Grecia.
Shelley
Se declara a favor del amor, como emoción, que nada tiene que ver
con el matrimonio, pura empresa. Mary y Shelley de hecho sólo se
casarán años después (es el otro momento de la vida de los
personajes en los que se centra la película) y sólo, aunque en la
película no se mencione, por el deseo de Shelley de recuperar a sus
hijos que se encuentran en una familia de acogida, tras el suicidio
de su primera mujer.
Es un hombre desinteresado que paga las deudas de William Godwin (y
las de otros amigos, según cuenta a Polidori, en otro momento de la
película). Efectivamente, Shelley era heredero pero, por su carácter
desinteresado, la familia puso obstáculos al derroche con ciertas
cláusulas sobre la herencia. El dinero que entrega a Godwin,
expresa, no tiene mayor interés que el de que prosigan sus ensayos
de su suegro y no el chantaje, como cree, Godwin cuando le expone su
deseo de vivir con Mary.
Clara en su conversación con Fanny dice de él que "Shelley no
es de este mundo." Es un soñador, un ser angelical. Byron dice
de él "Es un ángel que bate sus alas en el vacío",
después rectifica y cambia lo de ángel por lo de serpiente,
anticipando el poema de Shelley: No despertéis a la serpiente…
Shelley se presenta a Lord Byron como ateo y demócrata.
En la primera velada de villa Diodati Shelley muestra su aversión
por las instituciones que tienen que ver directamente con la
represión del individuo: "Odio los ejércitos; representan todo
lo feo y artificial. Los ejércitos, como los jueces y el matrimonio
son el mal en sí mismo."
El carácter visionario de Shelley queda bien expuesto en la tercera
velada, la del cumpleaños de Shelley. Mary le regala un telescopio
por el que mira a las estrellas a través de la ventana; pero lo que
ve e la cara de Mary con los rasgos del monstruo. Polidori le suplica
que baje de las nubes.
Mientras Byron y Shelley visitan el castillo de Chillon, Polidori
permanece en Villa Diodati con las mujeres. En el jardín juegan una
partida de ajedrez mientras tienen una conversación sobre los poetas
ausentes. Mary, tras aludir a las neurosis de su marido, establece
una diferencia entre ambos: "Byron y Shelley son tan diferentes.
Byron considera que la tierra ha sido creada en su honor. Shelley,
sin embargo, viaja siempre con las nubes y con el viento. Nada de
este mundo, nada de lo que le rodea le pertenece".
Este es un juego en que está en juego mi vida
Shelley amenaza a Godwin con suicidarse si no accede; pero éste se
mofa del gesto grandilocuente de Shelley. Recita unos versos de éste
sobre la belleza de la muerte y del sueño.
Es la primera vez pero no la última que parece esta palabra: la
primera esposa de Shelley, desesperada termina por arrojarse a un
estanque del Hait Park. Fanny, maltratada por los Godwin, según
comenta la voz en off de Mary, también se suicida. En escena, al
estilo muy medieval y muy romántico, el doctor Polidori termina por
ahorcarse con la cadena del perro de Byron al que el mismo Polidori
ha envenenado y Byron, conocedor del hecho se la ha regalado.
No es la única vez que Shelley intenta suicidarse. De vuelta a casa,
después de su breve estancia en Venecia, a donde han perdido a su
hijo, Shelley, trastornado por el dolor, abandona el carruaje en el
que viajan para acabar con sus días. El suicidio se frustra porque
ante sus ojos aparece Villamagni, una visión que le hace revivir sus
esperanzas en la vida. Sucede que en esa villa vive una pareja,
admiradores de Byron, que los invitan a pasar una temporada.
Qué bella es la muerte… La muerte y su hermano el sueño
El suicidio y, en general, la muerte, el misterio que encierra, la
oscuridad, la nada. La muerte forma parte del destino trágico de los
personajes no sólo de los de la película sino también de los
héroes de las novelas y poemas románticos e, ironía de la vida, de
la propia vida de los artistas. En la película se da cuenta de todas
estas muertes y tragedias: William, el hijo de Mary y Shelley;
Allegra, la hija de Clara y Lord Byron; el mismo Shelley y William
Robert; y se anuncia la de Lord Byron en Grecia. En la vida real
fueron más los hijos de Mary y de Shelley los que murieron y también
los hijos del primer matrimonio de Shelley. Eran tiempos en los que
las epidemias (de cólera, menciona Byron, la causante de la muerte
de Allegra) y la tuberculosis (Shelley estaba enfermo de
tuberculosis), aparte de otras causas (Byron tenía los huesos
frágiles y era enfermizo, además del pie hendido con el que ya
había nacido y que le hacía cojear, por lo que lo que tenía un
médico privado, en la película es el doctor Polidori, que además
de médico era dramaturgo.
El horror envuelve la existencia del hombre, en Chillon, Byron habla
así de la existencia: "Crees que el horror lo inventaron los
hombres? Creo que los hombres son una horrible invención. ¿Qué
existía antes de los hombres: el horror. ¿Qué existirá cuando
éste desaparezca: el horror… El horror es la única realidad que
sustenta nuestra existencia".
El amor
En el jardín de la casa de Godwin Mery y Shelley se encuentran,
después de la secuencia entre Godwin y Shelley, que las tres
hermanastras han espiado desde la puerta. Fanny, hermana de Mary,
hija de Mary Wostonecrat, y que aportó al matrimonio. No era hija de
Godwin. Claira Clairmont, hija de la actual esposa de Godwin, con la
que parece haberse casado por razones económicas, que no acaba de
resolver pues, como vemos, recibe el dinero de Shelley. Esta, pues,
no es hermana de Mary. Y Mary.
En esta secuencia, Fanny y Claire espían a los enamorados y, sin
poder oír lo que dicen, fingen el posible diálogo. Son frases de un
poeta romántico o de cualquier héroe de una novela romántica:
"Ahora, Shelley le dice a Mary que la quiere más que a su
propia vida", Fanny. "que ella es el único objeto de sus
pensamiento", Claire. "Ahora, Mary le dice a Shelley que no
es digna de su amor", Claire.
Claire y Fanny se acercan a Mary y Shelley y Claire propone (así lo
cuenta también la historia) que se marchen a Ginebra y ven el
Montblanc (cosa que así hicieron y que luego Mary traspuso en una
obra titulada Seis semanas de excursión por el Montblanc con
inclusión de algunos poemas de Shelley). Mary enseguida comprende
que lo que desea Claire es encontrarse con Lord Byron al que ya
conoce y con el que ha mantenido una historia de amor, cuyo fruto
será Allegra Byron (también presente en la película, véase
también la presentación).
Fanny permanecerá con los Godwin y posteriormente se conoce su
suicidio.
La relación de Clara-Lord Byron es desigual. Mientras Clara parece
procesarle un amor sincero, Byron sólo la utiliza para sus
necesidades eróticas. No hay ternura, quizás sólo al comienzo,
cuando acaban de llegar a villa Diodati y la define: "En el
fondo del lago hay líquenes viscosos, pero si miras a la superficie
sólo ves tu propia mirada; así es como eres tú, Clara." La
actitud de Byron es más donjuanesca. No es extraño, por lo tanto,
que se sintiera atraído por este personaje.
La relación entre Shelley y Mary es más auténtica a pesar de que
no sea idílica. Cuando Mary le pregunta lo que vio en el jardín a
través del telescopio, Shelley le contesta: "Nada de lo que veo
es nada si no lo comparto contigo. Estás en cada página que leo,
toda palabra que escribo y cada pensamiento y paisaje… Tu
respiración es mi respiración, pero tu mirada no es mi mirada. Yo
veía que alguien me veía y pensé que eras tú. Tuve miedo porque
tus pensamientos no eran mis pensamientos." Hay una comunidad
espiritual, como ocurre en los héroes y heroínas románticas, y un
miedo a que la magia se rompa.
El paisaje
El viaje a Suiza: es de noche, nieva.
Panoránimica del Montblanc y del lago.
El jardín de Villa Diodati. Cuando los escritores se saludan,
finalmente, en el jardín, a pesar de que luce un perfecto día de
sol, se oye una tormenta, aunque muy a lo lejos.
El lago: sereno en la primera salida cuando Byron entona un canto
antiguo albanés, en realidad, no es nada más que un grito, el de la
angustia de un hombre en mitad del misterio de la noche.
A Polidori se le entierra en un paisaje parecido al de La isla de los
muertos.
A William se le entierra en unas ruinas: una pirámide, un arco.
Villamagni se convierte, literalmente, en un barco, donde naufragan
los personajes.
Lord Byron
Uno de los rasgos más sobresalientes de Lord Byron era su crueldad.
Esta crueldad se muestra, especialmente, con el personaje de
Polidori, dramaturgo y médico personal del poeta. La primera
secuencia que los tiene como protagonistas, justo antes de la llegada
de los Shelley, salen a remar. Polidori siente una gran conmiseración
por sí mismo, es un ser tímido y retraído, inseguro de sí mismo,
la víctima propiciatoria en la que Byron puede ejercer su sadismo.
Cuando Polidori le confiesa hablar doce idiomas y todos mal, Lord
Byron se jacta de una serie de heroicidades, propias de la
extravagancia de su conducta y de su seductora personalidad: "Si
me obliga, Polidori, no tendré más remedio que decirlo… Hay tres
cosas que puedo hacer y que usted no: atravesar un lago a nado,
apagar una vela de un disparo a veinte pasos… ¡Qué inútil me
parece todo, Polidori. ¿Por qué atravesar un río o apagar una
vela?... Y escribir un poema del que se han vendido catorce mil
copias en un solo día."
Tres rasgos de la personalidad de Byron: su pasión por los deportes,
especialmente, la natación. A lo largo de la película lo vemos
lanzarse al agua en varias ocasiones, como forma de ahogar también
sus sentimientos de angustia, como ocurre, al final, después del
entierro de Shelley. Su destreza con las armas también la muestra en
varias ocasiones, cuando disparan, también lo hace Shelley, contra
la Fornarina, una de sus amantes, en su palacio de Venecia y en la
casa de William Robert, contra una moneda, colocada en los ojos de un
mascarón de proa, esta vez se establece un reto entre William,
Shelley y Lord Byron. Esa familiaridad con las armas, aunque sobre
todo el sentimiento de libertad, es el que lo llevará a participar
en la causa Griega. Finalmente, el éxito. Se trata de El corsario,
un poema de un éxito nunca antes conocido.
Lord Byron se encuentra exiliado por su conducta escandalosa, sobre
todo la moral sexual, es conocida su excesiva experiencia amorosa, un
campeón del sexo. Cuando llegan los Shelley, él abomina de todo lo
inglés y se niega, en un principio, a recibirlos. No obstante
acabará por hacerlo, al fin y al cabo, se trata de un gran poeta
inglés romántico, con el que comparte, al menos, algunas de sus
actitudes escandalosas. Los Shelley también han abandonado
Inglaterra para evitar en el escándalo. No sólo el que pueda tener
que ver con la convivencia entre Percy y Mary, sino con Clara, que
está embarazada de Lord Byron y que podrá ocultar así su deshonra
ante los ojos de sus compatriotas (el reencuentro entre Clara y Lord
Byron).
Clara disculpa su comportamiento cruel. En su conversación con Fanny
cuando ésta lo califica de degenerado, Clara lo defiende: "Un
poeta puede tener todos los vicios, Fanny."
En la primera velada de Villa Diodati surge el tema del mal y del
pecado por el que se sentían fascinados los románticos, que habían
convertido a sus héroes muchas veces en personajes luciferinos,
capaces de retar no sólo a la sociedad sino a las mismas fuerzas del
más allá. Mary, de hecho, no se imagina a Byron arrepintiéndose de
sus pecados. Byron, para provocar el escándalo, se arrepiente de
"todos los pecados que todavía no he podido cometer."
Entre los papeles de Byron, Clara ha encontrado una carta dirigida a
su hermanastra: "Nosotros no podemos y debemos dejar de amarnos.
Nunca encontraré a nadie como tú ni tú a nadie como yo. Estamos
hechos para vivir juntos." Esto que, en principio, parecía
dirigido a Clara, es una carta a su hermanastra, en realidad, hija
del segundo marido de su madre.
La crueldad de Byron, sin embargo, contrasta con la ternura con la
que trata a su perro. De hecho cuando éste muere envenenado por
Polidori le hace un epitafio:
"Aquí reposa un ser que poseyó la belleza sin la vanidad, la
fuerza sin la insolencia, el valor sin la ferocidad y todas las
virtudes del hombres in ninguno de sus vicios."
Al lado del perro pretende enterrar a su criado como si no hiciera
distinciones entre un animal y un perro, es más, tuviera en mayor
estima a su perro que a su criado, al que ni siquiera pagaba.
El perro, además, representa la adhesión total y absoluta. La
entrega sin condiciones: "Quería mucho a ese perro -dice Byron.
Despreciaba a los perros y a los hombres. Me quería sólo a mí."
Un entrega que no practicaba en sentido inverso. Clara también se
entrega sin condiciones pero Byron no responde, es más, parece que
una condición básica de sus relaciones con el otro sexo es la
inferioridad de la mujer: "De las mujeres sólo pido que tengan
el suficiente cerebro para poder admirarme pero no tanto como para
pretender se admiradas."
Odiaba que se le identificara con los escoceses. Cuando Clara se
despide de él le llama: "mezquino y miserable escocés",
que es lo que más puede herirle.
Cuando Alegra pregunta a Shelley cómo es Byron, Clara contesta: "Tu
padre es un maldito poeta inglés". Término que surge para
denominar precisamente a este tipo de poeta que luego tendrá sus
continuadores en modernistas, decadentistas, parnasianos y
simbolistas de finales de siglo XIX.
En Venecia lo vemos rodeado de la extravagancia. En su palacio se
pasea una jirafa, un criado extranjero, un músico que toca el laúd
y una mujer, la Fornarina, que intenta asesinarlo. Byron aparecerá
en Villamagni con un oso, unas ocas, un cañón.
En Villamagni vuelven a hablar de Byron, cuando Eduard William
pregunta por su carácter: Shelley destaca el sentido aristocrático
de la vida y Clara vuelve a resaltar la importancia que se da a sí
mismo frente al desprecio que siente por los demás: "El
universo es su casa y los demás simples invitados".
Byron viene a Villamagni acompañado de su última amante. Sus
palabras lo elevan como ser a un grado supino de excelencia: "Es
el ser más noble, dulce y generoso. Cuando se vaya mi vida quedará
vacía igual que antes de conocerle; peor, porque ahora será muy
difícil olvidarle."
Polidori
Es el poeta que quisiera ser Byron pero no puede. Le dice a Shelley,
pero cambiado, lo mismo que Byron le dijo a él: "Que sepa que
yo soy capaz de tres cosas: encontrar un zapato de una mujer en plena
noche, descubrir la tisis en un fumador de opio y ganar una regata."
Tres cosas que no puede hacer Shelley. Luego se verá que no es así,
pues la regata la gana Shelley, por lo que Polidori se ofende
enormemente, acusándole de tramposo. Polidori se venga maltratando
al ser que más parece querer Byron, que es su perro, lo agrede y el
perro le muerde en el tobillo, por lo que Polidori cojea. Byron
vuelve a mofarse de él: "Enhorabuena, por fin has logrado
parecerte a mí en lo que a mí me hubiera gustado menos parecerme a
Lord Byron. La vanidad lleva a los hombrea a imitar a los hombres y a
la poesía a imitarse a sí misma…" Polidori sustituirá al
perro, le regalará su collar, que luego usará para poner fin a su
vida.
Mary lo considera como su hermano pequeño.